domingo, 4 de julio de 2010

PARA NO OLVIDAR: CARTA DE FREI MONTALVA A MARIANO RUMOR

PARA NO OLVIDAR: PALABRAS DE LOS EX PRESIDENTES PATRICIO ALWYN AZÓCAR Y EDUARDO FREI MONTALVA (CARTA A MARIANO RUMOR).

(Extracto del libro “MORANDÉ 80” (Capítulo EL PALIMPSESTO Páginas 145 a la 149)

En la sesión del Senado de la República, el 11 de julio de 1973, el Señor Patricio Aylwin expresaba, después de denunciar el atropello al Estatuto de Garantías suscrito por la Democracia Cristiana con el conglomerado de la Unidad Popular, que permitió el acceso a la Presidencia del Señor Salvador Allende con los votos de los parlamentarios DC: “Hay quienes creen agotada la vía chilena al socialismo y postulan ir derechamente a la dictadura marxista-leninista, encubierta bajo el rótulo de dictadura del proletariado. Nadie puede ignorar que ésta no sólo es la posición del MIR, sino que también ha sido casi permanentemente la tesis oficial del Partido Socialista.”

“La población civil de nuestra Patria no puede seguir viviendo a merced de grupos minoritarios armados, con la complicidad y tolerancia de las autoridades, que tratan de imponer por la fuerza su voluntad al resto de los chilenos, que se apoderan de las fuentes de trabajo y amenazan la propia vida de quienes no se les someten. Esto significa el establecimiento del terror y corresponde al Gobierno, a las Fuerzas Armadas y al Cuerpo de Carabineros el deber de poner término inmediato a esta situación.”

El Senador Aylwin termina su intervención señalando que: “Oficialmente, por medio de reiteradas declaraciones de Partidos de la Unidad Popular y sectores adictos (sic) al Gobierno, que sostienen el llamado poder popular, se fomenta y estimula la acción de grupos armados. Se reparten armas livianas y pesadas, de todos los calibres, y con ello se pretende intimidar a los chilenos”.

El 8 de noviembre de 1973, a dos meses del pronunciamiento Militar, el ex Presidente Frei Montalva envió a Mariano Rumor, presidente de la Unión Mundial Democratacristiana, una carta sobre lo que entonces ocurría en Chile, frente a los ataques que se estaban recibiendo desde el exterior, en la que le dice:

¿Por qué lo ocurrido en Chile ha producido un impacto tan desproporcionado a la importancia del país, su población, ubicación y fuerza? ¿Por qué la reacción de la Unión Soviética ha sido de tal manera violenta y extremada? ¿Por qué el comunismo mundial ha lanzado esta campaña para juzgar lo ocurrido en Chile y para atacar a la Democracia Cristiana?

La razón es muy clara.

Su caída ha significado un golpe para el comunismo en el mundo. La combinación de Cuba con Chile, con sus cuatro mil quinientos kilómetros de costa en el Pacífico y con su influencia intelectual y política en América Latina, era un paso decisivo en el control de este hemisferio. Por eso su reacción ha sido tan violenta y desproporcionada.

Este país les servía de base de operación para todo el continente. Pero no es sólo esto. Esta gigantesca campaña publicitaria tiende a esconder un hecho básico: el fracaso de una política que se había presentado como modelo en el mundo.

¿Cómo explicar que esta experiencia que mostraban como un camino a otros partidos democráticos y al socialismo europeo haya conducido a un país organizado y libre (a) tan terrible catástrofe económica y política, haya producido la desesperación en las Fuerzas Armadas y en el pueblo chileno, pues éstas jamás podrían haber actuado sin la aquiescencia de la mayoría y ellas hayan quebrado una tradición tan larga y tan honrosa que constituía nuestro orgullo?

Toneladas de propaganda no borrarán un hecho: llevaron a un país de ejemplar vida democrática al fracaso económico y al derrumbe de sus instituciones. Su esquema doctrinario y práctico era erróneo y su conducción desastrosa.

Tres días antes del 11 de septiembre, el Presidente de la República dijo al país: “Nos queda harina para tres días”. Se acababa hasta el pan. No había sucedido jamás.

Eso es lo que no se quiere analizar. Mejor dicho, se quiere ocultar.

Los socialistas europeos, democráticos y pluralistas, se sienten obligados a respaldar un partido que proclamaba su desprecio a la legalidad y, como objetivo, la revolución armada y violenta. Si no quieren ver los hechos y los documentos, al menos podrían leer con atención las críticas que formulara a ese partido por su extremismo el propio Partido Comunista, que varias veces lo llamó a la cordura.

El otro hecho que la Democracia Cristiana debe analizar es el problema de las comunicaciones. No hay ninguna duda de que el caso chileno es un buen ejemplo de cómo un inmenso aparataje de propaganda es capaz de presentar las mayores falsedades y convertirlas en realidad.

Ya eso venía ocurriendo desde el comienzo del régimen, que como otros similares no se limitaba en cuanto a gastos de propaganda.

Pero lo ocurrido después del 11 de septiembre es algo inverosímil para los chilenos.

Fueron miles los que escucharon decir a Radio Moscú que habían muerto 700 mil personas en dos días. Otros hablaban de 30 mil y que corrían ríos de sangre en Santiago.

Para nosotros, una sola vida humana no tiene precio. No decimos esto por disminuir la tragedia a que el país fue llevado, pero, según nuestras informaciones, los muertos no llegarían a dos mil, lo que es bien diferente a tan absurdas mentiras.

Entre las miles de falsedades que se propalaron: murieron 35 parlamentarios. Falso. Ninguno. Fue asesinado Neruda. Falso y ridículo. Todos los órganos de publicidad le rindieron homenaje como a nadie en muchos años y en el edificio del Congreso Nacional la bandera se izó a media asta en señal de duelo.

Se destruyó el hospital Barros Luco, el mayor de Chile. No hay un solo hospital destruido ni dañado en la más mínima parte. En el hospital Barros Luco no hay un solo vidrio quebrado.

A qué seguir. Son cientos de ejemplos. No ha faltado un programa de televisión de Europa que presentó, como señales de bombardeo, vistas del anterior terremoto.

Pedimos una sola cosa: vengan a ver lo que decimos. Tenemos derecho a pedirlo a nuestros amigos. Así lo hizo el señor Bruno Heck, dirigente de la DCU, quien pudo comprobar la verdad.

Que vengan a ver si hay alguna casa bombardeada en alguna población. En todo Chile, son dos, por desgracia: La Moneda y la Casa Presidencial de los Presidentes (de Tomás Moro), adquirida por el gobierno de la Unidad Popular.

Que vengan a ver si hay alguna industria o centro minero donde haya caído una sola bomba.

Nosotros no somos parte del actual gobierno. No defendemos los errores que se cometen, inevitables algunos, en una situación tan terriblemente difícil.

Pero tampoco podemos aceptar que la mentira se transforme en un sistema, mientras se ocultan las causas de una situación para encubrir la responsabilidad de quienes arruinaron y destruyeron la democracia chilena....... (“Chile la memoria prohibida” páginas 399, 400 y 401 tomo I).

Aunque el tiempo transcurrido, desde el momento en que las Fuerzas Armadas intervinieron aquel 11 de septiembre de 1973, contribuya a sumir en el olvido las declaraciones formuladas por destacados personeros de la política nacional de aquellos años, ello no puede borrarlas, desvirtuarlas, ni menos tergiversarlas, aunque con seguridad, sino todos, a lo menos una mayoría, recurrirán a todo tipo de argumentos para justificarse frente a los aliados de hoy y enemigos declarados del ayer.

El ex Presidente don Patricio Aylwin dijo, a NC News Service, “la verdad es que la acción de las Fuerzas Armadas y del Cuerpo de Carabineros no vino a ser sino una medida que se anticipó a un autogolpe de Estado que, con la ayuda de milicias armadas con enorme poder militar de que disponía el Gobierno y con la colaboración de no menos de diez mil extranjeros que había en este país, pretendía o habría consumado una dictadura comunista”. Y ese mismo año de 1973, el señor Frei Montalva, al ABC de Madrid declaraba; ”el mundo entero no sabe que el marxismo chileno disponía de un armamento superior en número y calidad al del Ejército”. (“El Mercurio 19.08.2000)


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